lunes, 12 de junio de 2017

Hacienda, declara o revienta.


Esta mañana me hallaba yo en la cocina, haciendo café, porque soy cafeinómana y necesito mi dosis, y, al igual que Carmina, la protagonista de Carmina o revienta, - me encanta esa película -, empecé a tener un soliloquio conmigo misma, que en mi caso es más un monólogo onanista porque me flipa hablar sola, y todo lo que hacemos a solas con gusto es onanista, lo mires por donde lo mires, aunque no te toques. Y me he dado cuenta de que estoy perdida y muy confundida.

El caso es que esta tarde tengo uno de esos momentos de horror anual. En realidad, tengo tres al año. Uno es el dentista, otro es el ginecólogo y el último… la declaración de la renta. Los tres son bastante parecidos, en uno me hurgan por arriba, en otro por abajo y en el último hurgan en mi puñetera vida en general. Pero este año es diferente porque, después de cuarenta años, por fin sabemos que Hacienda no somos todos. Sí, así es. En un juicio muy sonado, del que no voy a dar detalles, porque no está bien que Noos repitamos tanto, escuché per-fec-ta-men-te cómo la Abogada del Estado afirmaba que “Hacienda somos todos” es sólo un slogan, ¡no me jodas, que llevo 24 años declarando para nada! Así que, esta señora, se ha cargado de un plumazo el famoso “Hacienda somos todos. No nos engañemos” de 1978 y lo ha transformado en el “No nos engañemos. Hacienda no somos todos” de 2016. Jamás había visto un juicio tan romántico. Hay que ver la cantidad de chorradas, estupideces y saltamientos de la ley que se pueden llegar a hacer por amor.