“Alerta en Reino Unido: a la espera de un comunicado de
Isabel II a las 11 a.m.”
¡Qué susto más grande me he llevado esta mañana, Virgen del
amor hermoso!
Hoy quiero confesar, - como la Pantoja, pero sin blanquear
dinero -, que de mayor quiero ser como la Reina de Inglaterra. Sí, - muy a
pesar mío y muy a pesar de ser del sur del sur, vamos, tan del sur, que le
puedo pedir azúcar a Mohamed desde mi ventana -, tengo alma inglesa. ¿Por qué?,
pues no tengo ni puñetera idea, supongo que será porque los caminos del Señor
son inescrutables, o porque, como diría Jeanette, el mundo me ha hecho así.
Pues sí, yo quiero ser como Isabel, - la que reina, la que
canta no -, quiero llevar esos sombreros de raso tan regios, con sus flores y
sus tules, quiero llevar esos trajes de chaqueta al puro estilo Windsor. Lo de
beberme una botella al día de Beefeater me lo tengo que pensar, aunque he de
admitir que a ella la conserva de puta madre.
Y quiero pasearme por el centro de Londres, que corten todas las calles mientras voy en mi Rolls Royce brillante, del año de la parrala, y hacer una conchita con la mano y saludar a la plebe. ¡Qué maravilla! Para los argentinos que me leen, la conchita es de molusco, no la otra, que no me imagino yo a la Reina sacándose la concha para el pueblo, no estaría nada bien. Bastante tuvo con su hijo, Carlitos, - el que está muy bien dotado para escuchar en estéreo, ¡qué digo estéreo, con esas orejas debe hacerlo en Dolby Surround! -, y sus conversaciones con la hermosa Camilla Parker Bowles, que me tengo que tragar la lengua para decir el nombre completo, coño. En aquellas conversaciones estaban negociando el puesto que quería ocupar Charles en el cuerpo de Camilla, que era básicamente en una cueva muy pequeñita, todo esto mientras ambos estaban casados, él con Diana y ella con “ni lo recuerdo ya, ni me importa”. El caso es que, para que vean como es esta reina, cuando se casaron, después de despachar a la pobre Diana en un túnel parisino, el Palacio de Buckingham anunció que Camila sería titulada como Duquesa de Cornualles. Cornualles, como cuernos, pero veladamente. La Reina la tituló la Duquesa Cornuda. Me encanta esta Reina.
Y quiero pasearme por el centro de Londres, que corten todas las calles mientras voy en mi Rolls Royce brillante, del año de la parrala, y hacer una conchita con la mano y saludar a la plebe. ¡Qué maravilla! Para los argentinos que me leen, la conchita es de molusco, no la otra, que no me imagino yo a la Reina sacándose la concha para el pueblo, no estaría nada bien. Bastante tuvo con su hijo, Carlitos, - el que está muy bien dotado para escuchar en estéreo, ¡qué digo estéreo, con esas orejas debe hacerlo en Dolby Surround! -, y sus conversaciones con la hermosa Camilla Parker Bowles, que me tengo que tragar la lengua para decir el nombre completo, coño. En aquellas conversaciones estaban negociando el puesto que quería ocupar Charles en el cuerpo de Camilla, que era básicamente en una cueva muy pequeñita, todo esto mientras ambos estaban casados, él con Diana y ella con “ni lo recuerdo ya, ni me importa”. El caso es que, para que vean como es esta reina, cuando se casaron, después de despachar a la pobre Diana en un túnel parisino, el Palacio de Buckingham anunció que Camila sería titulada como Duquesa de Cornualles. Cornualles, como cuernos, pero veladamente. La Reina la tituló la Duquesa Cornuda. Me encanta esta Reina.
Es tan cool-chic-in and out, que está casada ¡con el hombre
invisible!, en eso difiero con ella, a mí me gusta más Batman, que es como un
surfero nocturno, con ese traje de neopreno entallado, que parece una morcilla
de Burgos, - ¡cómo me gustan esas morcillas, que viva Burgos! -, ese Batman con
esa máscara y esas orejitas de punta, que vive en una cueva, pero mucho más
grande de la que quiere vivir Charles. Ya me imagino vestida de Reina saludando
desde el Batmóvil, recorriendo Oxford Street a toda leche, como en The
Fast & The Furious ¡Qué bonito es soñar y, sobre todo, qué barato!
Además, es una Super Reina, su título completo es “Isabel
II, por la Gracia de Dios, del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte
y de sus otros Reinos y Territorios Reina, Jefa de la Mancomunidad de Naciones
y Defensora de la Fe”, como una presidenta de la comunidad, pero en importante,
- es como mi madre, que se llama Elodia María de La Santísima Trinidad, pero en
guiri -. Isabel es reina del Reino Unido, Irlanda del Norte, Australia, Nueva Zelanda,
Canadá, Jamaica, Tuvalu, las Islas Salomón o Antigua y Barbuda. ¡Toma del
frasco, Carrasco!, y no sólo tiene títulos y castillos con fantasmas, la muy
jodía tiene un McDonald’s, con su McAuto y su canesú. También es la dueña de
todos los delfines, ballenas y esturiones a tres millas de la costa del Reino
Unido y de todos los cisnes del Támesis. ¡Esta mujer es como la Barbie Reina
con todos sus complementos!
En los 65 años de su reinado, ha visto pasar a doce primeros
ministros de su país, trece presidentes de Estados Unidos y seis papas. ¿No
será ella una de Los Inmortales? Y ha sido la primera soberana británica que
optó por pagar impuestos. ¿Y eso por qué no lo hacen en Expaña?, que somos tan
cojonudos que nos estamos comiendo los mocos y tenemos 2 reyes, uno de ellos es
emérito, pero ahí está, con sus esposas y amantes, que nos salen por un ojo de
la cara. ¡Autofinanciación monárquica ya, por favor!
Es muy “fuerta” esta reina. Hace un porrón de años, un
chiflado saltó las vallas del palacio de Buckingham, trepó por el edificio y se
coló en el dormitorio Real, pero no fue detectado como una presencia extraña
por nadie. ¡Vaya tela con la seguridad Real! Pero la Reina, que es muy “fuerta”,
cuando se lo encontró sentado en su cama, le dijo con todo el papo: “Creo que
se ha equivocado de habitación”, y ni corta ni perezosa se tiró diez minutos
hablando con el maromo sobre sus vidas conyugales y la curiosa coincidencia de
que ambos hubiesen tenido cuatro hijos. Luego llegaron los empleados, lo
detuvieron y le regalaron seis meses de vacaciones en una espléndida
institución mental. ¿No es genial?
Total que, me quedo tranquila porque, al final, no va a
abdicar. Yo, por si acaso, le he explicado a mi perra lo del Brexit, no quería
ocultárselo más tiempo. El Brexit me produce una sensación muy extraña, como si
a partir del día en que decidan divorciarse oficialmente de Alemaneuropa,
fueran a desaparecer del mapa. ¡Qué angustia! Se lo he contado a mi perra
porque es una Bulldoga Inglesa, forofa del Chelsea, amante de la cerveza,
bronquista nata y que sólo se sienta si le dices “Sit”, ¿se puede ser más
british que mi perra? No le ha sentado muy bien, lleva dos días mirando por la
ventana, meditabunda, al menos no ha dejado de comer. Yo creo que no se ha
enterado ni papa de lo que le he dicho, a lo mejor simplemente está pensando en
si su Chelsea seguirá jugando después del Brexit o si le pondrán un impuesto
extra a la cerveza. No lo sabremos nunca. Pero ahí sigue la pobre… mirando por
la ventana…
Sólo espero que los billetes de avión no cuesten un ojo de
la cara, porque, no hace mucho, y después de dos botellas de vino, mi amiga
Chelo y yo tuvimos la brillante idea de, cuando cumplamos los 65 años, no vamos
a ir a las carreras de Ascot. Sí, señor. Nos vamos a hacer dos pamelones
espectaculares. Chelo se pondrá en el tocado una paellera, pero de verdad, con su
marisco y yo llevaré una perola de lentejas con chorizo. UN CHORIZO, la mejor
marca España, en todas sus acepciones. Y cuando termine el evento nos pondremos
como el Kiko, de paella, de lentejas y de Gin Tónics. Un picnic británico a la
española.
Supongo que la Reina Isabel II tendrá sus defectos, porque
todos tenemos un boquete en el calcetín, pero como no le voy a besar los pies
ni voy a hacer una fiesta de pijamas con ella, me importa un pimiento. – De
repente me la he imaginado a solas, bailando Single Ladies como la Beyonce en su enorme biblioteca -.
Voy a consolar otro rato a la Señora Kensington, que sigue
mirando al infinito, ¡qué vida más perra la de mi perra!
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