¡Me en-can-tan los fenómenos paranormales! La primera vez que
vi un OVNI tenía siete años, estaba jugando en el salón con la mitad de los
primos que tengo en el grupo de WhatsApp. Era una tarde calurosa de verano y
estábamos montando el mismo escándalo que si estuviéramos de botellón, pero sin
alcohol, que es peor y más preocupante. De repente un Objeto Volante No
Identificado atravesó la enorme sala. “¿Qué ha sido eso?” – dijo mi prima Lola.
– Todos sabemos que esa es la típica pregunta ante un fenómeno paranormal -.
Cuando nos giramos hacia la puerta vimos a mi abuela, tenía la misma cara que
un sumo cabreado. Nos había lanzado su zapatilla. Cruzó el salón dando enormes
zancadas, cagándose en nuestros muertos, que eran los suyos, - es algo que
nunca entendí de ella, el auto insulto - y apartándonos a todos, recogió su
zapatilla y nos amenazó con ella. No volvimos a hacer ruido jamás. El año
anterior nos hizo lo mismo, pero con el cuchillo jamonero, en su defensa diré
que estábamos en la cocina dando por saco y que ella tenía muy buena puntería.
Lo clavó en la pared. – Siempre que veo Kill Bill me acuerdo de ella, que en
paz descanse -.
domingo, 23 de abril de 2017
domingo, 16 de abril de 2017
Operación Trikini
Después de las comilonas navideñas, compuestas
mayoritariamente por millones de calorías y litros de alcohol, - supongo que
por tanta reunión familiar tenemos forzosamente que anestesiarnos -, nos
proponemos hacer dieta. Eso la primera semana. Después, al menos en mi caso,
nos decantamos por “no pasarnos demasiado”, que es infinitamente más fácil que
lo de la dieta. Siempre pensamos que tenemos tiempo de sobra, porque nunca nos
acordamos de La Semana Santa, que se halla justo entre la Natividad y el ansiado
verano.
Esa Semana Santa, esa bendita Cuaresma que se sigue a
rajatabla en mi familia, ¡esos benditos postres de Cuaresma!
A la mierda todo el esfuerzo para no pasarnos demasiado. Yo
soy un ser humano de carne y hueso, tengo mis debilidades, muchas, por cierto.
Yo he de confesar que me paseo por los escaparates de las pastelerías poniendo
la misma cara que la niña de La Cerillera, más de una vez me ha
salido la dependienta con un pastelillo para que lo probara, - supongo que mi
cara debe ser un cuadro - y yo lo acepto, claro, porque soy muy educada, y
rebelde, eso de “no aceptes cosas de extraños”, en un caso así, me lo paso por
el arco del triunfo.
domingo, 9 de abril de 2017
WhatsApp Familiar
Vaya por delante que yo quiero a mi familia mucho, ¡mucho!... pero para esto no. Ni hablar del peluquín.
Antes nos bastaba con reunirnos en bodas, bautizos y
comuniones. También en Navidad, fechas en las cuales, al ser las reuniones más
largas y emocionales, algunos explotábamos y otros entraban en combustión
espontánea. Sí, somos una familia de sangre super-hiper-mega-ultra recalentada,
¡qué le vamos a hacer! Y a eso hay que sumarle los entierros, que, por cierto,
el último se nos fue un poco de las manos y liamos una que “pa’ qué”, como en Esperando la Carroza,
pero a la española. Esa historia la contaré otro día.
El caso es que, entre pitos y flautas, nos reunimos unos
trescientos días al año. La familia al completo. Por eso me pregunto yo, a mí
misma, intrínsecamente… ¿Realmente es necesario que tengamos un chat de familia
en WhatsApp? ¿Esto no acabará siendo de un contraproducente emocional y
espiritual?... Evidentemente, sólo me lo pregunto a mí misma, ni se me pasaría por
la cabeza soltarlo en una comida dominical.
Para demostrar mi preocupación voy a transcribir una
conversación que tuvimos hace dos domingos.
domingo, 2 de abril de 2017
Rubio Oscuro Rojizo
Hace catorce años que no me echo un tinte. Digamos que tuve
un “problemilla” en esa época, porque yo me jactaba de que todos los colores me
sentaban de lujo, hasta que me puse rubia platino, el mismo que a Lady Gaga le
sienta de puta madre, pero a mí se me quitaron las ganas de pintarme el pelo
por muchísimo tiempo. Hasta hoy.
Me armé de valor y me fui al super. Cuando llegué a la balda
de los tintes casi me da un parraque, ¡Hay quinientos dieciocho mil tonos! -
¿Dónde he estado metida todo este tiempo? - Any way, mi cabezonería innata no
me permitía salir de allí sin mi tinte. Escogí un caoba, muy chic, un Rubio
Oscuro Rojizo, tono 6´6, que debe ser la nota final del color, porque vaya
tela, ni Rubio, ni Oscuro, ni Rojizo. Ya sé que el color definitivo está justo
entre el que pone en la fotografía de la caja y el que yo intrínsecamente me
imagino que me va a quedar, pero…
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